DESDE EL PASADO VIERNES 21 de mayo por la noche la oposición venezolana está de luto.
MARCIANO

De luto riguroso. De luto cerrado. De negro toda hasta los pies vestida, como decía el poeta. ¿Cuál es la razón? Es la pregunta que, obviamente, se harán los lectores de este humilde escribidor.

BIEN SENCILLA, EXTREMADAMENTE SIMPLE: Que el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, anunció en esa oportunidad que, prácticamente, concluían los racionamientos de agua y de luz eléctrica en el país. Tan pronto Chávez hizo el anuncio un vasto silencio se extendió por el este de Caracas. Un silencio que parecía el rugido de un animal herido. Un silencio que brotó de lo profundo de la tierra, que equivale a decir de lo profundo del corazón. O, para ir más allá, de las entrañas humanas, de los intestinos, del hígado, de los riñones, de los pulmones y del cerebro.

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SEGURAMENTE QUE EL ESCUALIDISMO que lo escuchaba esa noche -porque de que lo escuchan lo escuchan, así lo nieguen- no lo cree. Pensará que se trata de una boconería presidencial. Porque no es posible que alguien como Chávez, sin capacidad, según ellos, sus sesudos analistas, para gobernar y administrar el país, haya podido en pocos meses resolver problemas tan graves como el del agua y la luz. Lograr que el nivel del Guri se estabilizara y que, prácticamente, todas las represas del país se recuperaran, ¡imposible! O bien el logro chavista es producto del trabajo de unos brujos barloventeños de última generación, de importados cubanos, iraníes, o, a lo mejor, de insólitas tecnologías rusas y chinas, o sólo se trata de un alarde demagógico del Jefe de Estado. La mano de la intervención extranjera tenía que ser la autora del milagro, de ser cierto el anuncio, o el país está ante una simple habladera de pistoladas.

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¿QUÉ HACER?, se preguntan los usuarios de plaza Altamira, lo clientes de los restaurantes del Este, los habitué de los hoteles de lujo, los asistentes consuetudinarios de los saraos de las grandes mansiones, siempre quejosos de la situación y críticos acérrimos del gorila de Miraflores. Por ahora nada. Nada se puede hacer cuando la confusión invade a un ser humano y menos aún cuando el fenómeno afecta a un conglomerado social. Tan solo esperar el desastre final desatado por el insondable destino, la mala suerte, por ejemplo: que nunca más llueva; que de pronto se vacíe el Guri, que exploten Planta Centro y Tacoa.

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PARA VARIAR, ME REUNÍ con mis amigos escuálidos pocos días después del anuncio presidencial. Las caras mostraban el efecto desolador de la noticia. La duda surcaba sus rostros y las palabras que proferían estaban marcadas por la arrechera y la desesperanza. ¿Qué hacer?, se preguntaban al unísono. Yo callaba. No me gusta hablar en los velorios. De pronto alguien con el rostro iluminado por la fe exclamó: “Ya verán lo que pasará en las elecciones de septiembre. Entonces no habrá magia ni importados que valgan. Acabaremos en las urnas con Chávez y sus hordas”. Pero de pronto un escuálido silencioso hasta entonces, saltó de la silla y gritó a todo pulmón: “¡Basta!, hasta cuándo hablamos pendejadas. Un hombre que recupera en tiempo récord las represas no pierde elecciones, no joda. Lo que es yo me voy para Miami la próxima semana”. El salón se vació de inmediato.-

Luto
Marciano
Diario Vea