Miércoles, 14 de Enero de 2009
¿El gas de la discordia?
Por: Néstor Núñez.

Resulta llamativo, aunque no extraño, cómo Washington utiliza la menor de las oportunidades para colocar escollos y atraer aprensión contra aquellos que estima sus enemigos.


Es el caso de Rusia a raíz del diferendo entre Moscú y Ucrania por adeudos en el gas y que redujo los suministros a varias naciones de Europa; el gobierno de George W. Bush no fue nada elegante ni equilibrado en sus posiciones.

No hay que escarbar demasiado en el por qué de esta actitud de la Casa Blanca contra Rusia, en un asunto meramente comercial, y en el cual no pocos analistas dan toda la razón a Moscú.

Para los círculos de poder norteamericanos, es inamisible la presencia de nuevas superpotencias en la arena internacional una vez desaparecida la URSS. A su juicio, ese «privilegio» solo está concedido a los Estados Unidos. Por tanto es mandamiento inviolable atacar, denigrar y entorpecer a otras naciones.

Lo que Washington y sus aliados esconden con toda intención es que las actuales autoridades ucranianas son absolutamente proclives a ese sacrosanto Occidente, y que el avivamiento del diferendo por el gas proviene del deseo de los gobernantes de Kiev de seguir beneficiándose de precios que Rusia ofreció en instantes políticos y económicos muy diferentes a los de hoy.

El interés de Moscú, asegura el analista Astrick Dakli en su artículo ¿Quién ha cerrado el grifo?, radica en que Ucrania pague a partir del 2010 el precio de 250 dólares por metro cúbico de gas, la mitad de lo estipulado actualmente en el mercado internacional así como asuma sus deudas ligadas a suministros ya utilizados.

Ante la reticencia de Ucrania, se produjo el corte del gas para ese país, pero es evidente que Kiev controló el asunto a su manera, al asumir entonces el producto que debía seguir camino al resto de Europa para evitar desabastecimientos internos, lo cual afectó a los clientes rusos del Viejo Continente.

Para los enemigos de una Rusia solvente y empeñada en desarrollar una política de multilateralismo global, la ocasión ha estado como pintada en el intento de fomentar la animadversión contra Moscú. Mientras, la contraparte ucraniana resurge inmaculada gracias al aparato mediático imperial. Nada, la vieja fórmula de mirar solo del lado conveniente.

http://www.argenpress.info/2009/01/el-gas-de-la-discordia.html