Desde primeras horas de la mañana de este jueves, se sabía que «el paro» no sería voluntario. Las trancas y barricadas en calles de varias ciudades en el país tuvieron especial énfasis en las zonas residenciales, bastiones clásicos de la oposición venezolana y zonas céntricas y comerciales. Ahí comenzó el pandemónium.
En el mismo espíritu de los «plantones» y guarimbas, la jornada de irrespeto a los derechos ajenos del paro se focalizó en muy buena medida contra la población opositora, sometidos por pequeños grupos violentos e histéricos que vieron con buen visto la «brillante» idea de encerrarse a sí mismos y a sus propios vecinos. De esa manera, quisieron garantizar el «éxito» de la jornada.
No son estos los tiempos de Laura la sifrina de Caurimare. Ante una tranca absurda, cualquiera puede perder la compostura, más todavía luego de meses a cuestas, de abusos, trancas y sometimiento por parte de minorías de obsecados en la fantasía de que el cierre de urbanizaciones provocará la caída de Maduro. En este video, una «sifrina» se nos puso malandra.
La gente cansada del bloqueo. De la imposición. De la dictadura. De los #Libertadores. #VenezuelaTrabaja http://pic.twitter.com/bs6FsGTvRe— Patricia Villegas (@pvillegas_tlSUR) 20 de julio de 2017
El único «éxito» notable en la jornada de «paro cívico» da cuenta sobre la capacidad de grupos pequeños, de caotizar e irritar a la población. Según Freddy Guevara, el paro consiste en «quedarte en tu casa y salir solamente para trancar», el relato de la dictadura impuesta por el infantilismo político en una sola frase. Lo que sigue, ocurrió en Carabobo.
Auto secuestro de la MUD rompe amistades no se salva la hija de ex jefe de la MUD Carabobo. Acusaciones graves contra Lucio Herrera+cállate http://pic.twitter.com/UDmKfDSHMm— Francisco Ameliach (@AmeliachPSUV) 20 de julio de 2017
A meses de guarimbas, barricadas, trancas y sometimiento de población en urbanizaciones por elementos hamponiles cooptados para generar violencia, el hastío en buena parte de la población es evidente. Lidian con un conjunto de expectativas frustradas que se conjugan en la alta esfera política, pero en el devenir, se encuentran con que el caldo de caos generado con propósitos pseudopolíticos está presente, y muy fuerte, en la esquina de sus propias casas.
Es allí cuando el enemigo concreto deja de ser el chavismo y cualquier expresión abreviada del Gobierno. El enemigo comienza a ser el propio vecino opositor, el que tranca, el que jode, el que no respeta.
La estrategia «pueblo contra pueblo» emprendida por el antichavismo para empinar la situación venezolana a escenarios de confrontación y caldo de «muertos necesarios» para atizar el conflicto, también tiene su derivación de «sifrinos escuálidos contra sifrinos escuálidos». Matar chavistas no es suficiente. El caso que sigue, ocurrido en terrazas del Ávila en Miranda, es emblemático y quedará en el archivo de la esquizofrenia antichavista.
Aquí el video de cuando le rompen los vidrios http://pic.twitter.com/MMjKSdXlXn— cocaza (@corinazzzz) 20 de julio de 2017
La narrativa de la violencia y caldo de muerte ordenado por el antichavismo, tiene a sujetos como Julio Borges, Henrique Capriles o Freddy Guevara, como Nerón, tocando el arpa mientras Roma arde.
Y es que en esta bifurcación lo fundamental es desarmar la guerra que nos quieren imponer y eso deberían tenerlo claro los mismos seguidores de la oposición venezolana, quienes tienen la desgraciada cualidad de ser víctimas mucho más potenciales, de la violencia que los grupos fanáticos generan desde las entrañas de sus propias comunidades.
Los seguidores de la oposición amenazan con armas a quienes no quieren o pueden sumarse al paro convocado por la durigencia. http://pic.twitter.com/z12eZDGafn— Érika Ortega Sanoja (@ErikaOSanoja) 20 de julio de 2017
El saldo del «paro cívico» en efectos políticos y prácticos, es absolutamente parco y endeble. Para el venezolano común se resume en un episodio más de malestar, esquizofrenia y violencia desproporcionada e indiferenciada, resultado fatal de la puesta en ejercicio de la antipolítica antichavista. El retrato de otro episodio de gente sufriendo las mismas penurias a manos de sus mismos verdugos políticos.
Veremos si en instancias cercanas debido al «éxito» del paro, que más bien ha sido un acto articulado de extorsión, intimidación y secuestro de ciertos sectores de la población, se traduce en la aventura de una nueva convocatoria a paro, o quizás, la reedición de paros patronales y empresariales indefinidos, como los que ya ha implementado la oposición venezolana para derrocar al chavismo.
Sabemos que en la gendarmería antipolítica de la derecha venezolana hay de todo, menos cabales y sentido de empatía por la gente, incluyendo la que deberían tener por sus propios seguidores.