Las conexiones financieras y operativas con la central de inteligencia norteamericana así lo sugieren.

Recientemente el presidente Nicolás Maduro había hecho un comentario con relación a Pokémon Go que causó risa a la derecha no sólo venezolana sino global, debido a la referencia violenta con que la juventud asume las nuevas realidades virtuales. «Es la cultura de muerte que impone el capitalismo», dijo. La ignorancia supina de la «sociedad civil» alega que es ridículo achacarle los males de este planeta a las corporaciones, bancos e industrias militares que forjan todos los días nuevas maneras para complementar la propaganda con la explotación generalizada, el aumento de plusvalía ideológica por otros modos.

Ante las especies como la declaración del presidente Maduro, la derecha globalizada las califica como «teorías de la conspiración»: precisamente una de las políticas intelectuales y de propaganda de la CIA contra todo aquello que represente, en el pensamiento, el análisis y la teoría clasista, una afrenta a la ideología del capital.

Vivimos en un mundo de zombis en el que todo lo que venden las marcas es recibido por los grandes consumidores de tecnología con una bienvenida incuestionable. La fotografía de Pepe Escobar abajo expuesta (tailandeses en busca de pokemones en una plaza en medio de la noche, pegados a las pantallas de sus teléfonos celulares) es una postal de la guerra 2.0 contra la población.

¿Quién es John Hanke?

Habíamos afirmado que ciertamente la CIA habría financiado la famosa aplicación. Los siguientes datos que provee el investigador Steven McMillan en su artículo (en inglés) «Pokémon Go, la CIA, ‘Totalitarismo’ y el futuro de la vigilancia» en torno al creador de la app así lo demuestran:

La empresa que creó Pokémon Go se llama Niantic, Inc., una compañía de San Francisco (California) creada en 2010 como tentáculo subsidiario de Google. El fundador y actual director ejecutivo de Niantic es John Hanke.

Este personaje, antes de mudarse a California trabajó para el Departamento de Estado gringo en Myanmar, país asiático fronterizo con China. John Hanke asimismo fundó en 2001 una compañía llamada Keyhole, Inc. que se especializó en el desarrollo de aplicaciones con visualizaciones de data geoespacial, que en 2004 sería adquirida por Google y que evolucionó en lo que hoy conocemos como Google Maps y Google Earth.

Pero en el año 2003 la firma de riesgo de la CIA, In-Q-Tel, invirtió en Keyhole, la compañía de Hanke. En su propia página web la CIA se jacta del hecho.

Otra organización con la que trabajó la CIA para el desarrollo de esta tecnología especializada fue la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA, por sus siglas en inglés), que en parte está controlada por el Departamento de Defensa estadounidense.

Así que, como escribe McMillan, un enigmático y ex empleado del Departamento de Estado con conexiones directas con la CIA y el Departamento de Defensa gringo es el director ejecutivo de una compañía que creó lo que parece ser un estúpido e inofensivo juego. ¿Pero por qué?

La información es poder

Como toda nueva inventiva en nuestra era de las tecnologías, Pokémon Go recoge constantemente información otorgada por sus usuarios y la compañía que creó el juego dice abiertamente que esa data será compartida con el quiera obtenerla.

Otro buen artículo en torno al tema titulado «La app de la CIA ‘Pokémon Go’ está haciendo lo que no puede la Ley Patriota» de James Corbett aclara que la política de privacidad de la aplicación dicta que toda la información que Niantic agrupe (la cual es bastante) será compartida con organizaciones públicas y privadas, y opina con fuelle que los usuarios cooperan con el gobierno estadounidense y con leyes coactivas auspicidas por el Estado o corporaciones privadas que impusieron la Ley Patriota de 2001. «Divulgamos cualquier tipo de información (y la de nuestros hijos) en nuestra posesión o control al gobierno o a los oficiales que imponen las leyes o a partidos privados mientras nosotros, bajo nuestra discreción, lo creemos necesario y hasta apropiado».

Corbett asimismo detalla cómo el juego requiere del usuario para entregar «excesiva información» a Niantic, es decir a la CIA y al Departamento de Defensa estadounidense, incluyendo el acceso de usuario a las cuentas personales de Google y la cámara del dispositivo celular.

No resulta extraño, entonces, que las compañías que producen tecnología de punta para el uso cotidiano de la población sirvan a las centrales de inteligencia y de ofensa del Imperio para el recogimiento de data. Investigaciones han demostrado que la misma megacompañía Google, una de las más opulentas, con activos en Wall Street y de rápido crecimiento financiero, y por tanto una de las más divulgadas con sus productos como el servidor de búsqueda que lleva el nombre de la corporación y el correo electrónico -además de redes sociales desplegadas y el sistema operativo Android-, es una creación de la CIA. En este caso, todos los caminos llevan a la guerra 2.0 y no tan 2.0.

No hace falta ser Edward Snowden para entender esta realidad, que tiene poco de virtual y mucho con el poder real de banqueros y megaempresarios: la información es poder y no está en venta, más bien es otorgada sin alcabalas a las centrales de inteligencia que pretenden balcanizar el mundo con la guerra y el caos como método.

Por cierto, Pokemón Go Venezuela es tendencia en Twitter en estos momentos. Ahora que este ¿juego? se expande por Latinoamérica, en vísperas de las Olimpíadas, se pone de manifiesto que el aparataje de inteligencia e informático de Estados Unidos va a toda velocidad en sus propios modelos de expansión y de ocupación, específicamente en una región donde todavía no termina de replicarse el caos controlado y la política de terror mediático que hoy embarga a Europa y Medio Oriente.