COLOMBIA: MIENTRAS HABLAN DE PAZ
Por: Nicolás Ramón Contreras Hernández

Luego de un trabajo de filigrana diplomático entre Bogotá, La Habana, Venezuela y Oslo, se vuelve a hablar de nuevos diálogos de paz en mi país Colombia.
Mientras estos diálogos se anuncian con la precisión de la filtración premeditada, desde los hilos reales que mueven el poder, los dinosaurios más reaccionarios respiran fustigados, delante y detrás del trono del presidente Santos, exhalando una bruma enconada de pugnacidad entre las extremas a la derecha, que se dejan ver en los dimes y diretes entre Santos y Uribe, mediatizados con los distintos grados de manipulación, por las empresas vendedoras de noticias del interior y el exterior.

En medio de esta pugna, la izquierda nacional instrumentalizada en el congreso con pretensiones clientelares y los movimientos sociales, se desgastan en discusiones bizantinas y puñaladas traperas poco diferentes a las del entorno Uribe/Santos, son heridas de distinto calibre, administradas por el orden noticioso nacional que huele a operación Amazonas, un entramado noticioso sin embargo, que ofrece claves indicadoras de la futilidad posible de unos diálogos, planteados con la impronta de la exclusión, fieles a la tradición de caudillos y supremos heredados desde el siglo XIX, con todo su rosario de guerras, que en el presente no cesa.

Mientras se habla de escenarios para la paz, con el vicio maniqueo de etiquetar con el bien o el mal, según la pretensión ideológica, el país nacional asiste atónito al juicio mediatizado por el asesinato de Andrés Colmenares, con unos olores de impunidad donde actores sociales, fuertemente ligados al entorno que dice tener las llaves de la paz – y sí del poder- han manipulado pruebas, prostituyendo los primeros informes de medicina legal, forzando la salida de un fiscal “por acusar demasiado”- como si la fiscalía tuviera función de abogado defensor – y un juez, que sin despeinarse desestima las pruebas técnicas, que en el pasado intentaron manipular familiares de ministros y expresidentes, implicados en el caso en calidad de acusados, pero admite unos testigos que serán presa fácil de una defensa veterana, cercana al expresidente Uribe, familiar de una de las acusadas.

Mientras se habla de paz y Santos lleva a la mesa de diálogos a lo más rancio del modelo económico excluyente y la represión como la ANDI o el general Mora Rangel, hombre de fuerte presencia durante los tiempos del baile rojo que exterminó a la UP; y el plan Colombia de Pastrana, que dialogó y despejó el Caguán pero – según Giovanni Piccoli- cercaba de paramilitares la zona, los mismos que luego masacrarían con la complicidad del ejército nacional a civiles, con la sevicia potenciada por las motosierras y el machete: esa misma rosca se niegan a aceptar su responsabilidad en el conflicto, se resiste a revisar el modelo económico extractivista, que alimenta la hoguera del conflicto.

Mientras los flamantes representantes del orden y la guerrilla, daban declaraciones olímpicas sobre el proceso, un alto directivo de Fenalco (Federación Nacional de Comerciantes), decía también sin despeinarse, ante el periodista de noticias 1, durante la emisión del 2 de septiembre del 2012: “No entiendo porque la guerrilla insiste con lo mismo, sí ya el gobierno le cumplió la mayoría de sus peticiones en el Caguán, como la reforma agraria, la ley de justicia y reparación de las víctimas, etc.” ¿Será que este cándido empresario desconoce el tema de la disponibilidad fiscal de la ley de víctimas; o acaso desconoce las groserías del Modelo Carimagua?

En los días en que el presidente Uribe descargaba toda su frustración guerrerista, en trinos malolientes que las encuestas en favor del diálogo desprecian, pero las empresas de propaganda magnifican con su disfraz de periodistas, los frutos de su Reich de terror y persecución, ahora bajo otras divisas, cobraban una nueva víctima por un lado, mientras por el otro cobraban a los congresistas de un ágora marcado por el paramilitarismo y la corrupción, los favores por la clientela nombrada:

Mientras Yidis Medina, acusada en un fallo condenatorio escandaloso que logró convertir el cohecho de doble vía en una vía, mediante el esquema de la fábrica nacional de testigos, que intentó castigar al secuestrado Sigifedo López por pensar distinto del fuhrer criollo y de su ministro de guerra ahora presidente, el procurador Ordoñez se autopostulaba para un nuevo periodo en la Procuraduría, contando con la complicidad de una generación del periodismo light, convertida en portavoz del ministerio de defensa.

Javier Darío Restrepo, experto garante de la ética periodística y del consumidor mediático, manifestaba como amenaza para los diálogos, el cubrimiento de mucho periodista joven sin experiencia ni el sentido de la responsabilidad para informar. No en vano se asusta Javier Darío Restrepo, pues se trata del mismo periodismo que manipuló en favor del Ministerio de Defensa y del gobierno Santos, la información sobre la situación del Cauca, donde los indígenas cansados de no ser escuchados e ignorados por los hombres de guerra de todas las calañas, a la extrema derecha y a la extrema izquierda, salieron a defender los cuatro fallos judiciales a favor, expedidos por la legislación nacional e internacional, que prohíbe la presencia de militares en sus propiedades colectivas, sin el previo consentimiento no exento de responsabilidad económica.

Este es el mismo periodismo portavoz del ministro de defensa, desde Caracol y Rcn, con sus respectivas emisoras e impresos, le extiende el micrófono abierto para que el general Navas, el ministro de defensa detrás del trono, declare sin prueba alguna, que los indígenas y la Marcha Patriótica son portavoces políticos de las Farc. Un periodismo que olvidó la asignatura de Ciencias Políticas o Geopolítica, ejerciendo un travestismo ético, capaz de meter en el mismo saco semántico, a los civiles que sí acreditan el título de secuestrados, con los militares prisioneros de guerra, incluyendo a los USA mercenarios, santificados con el apelativo de “contratistas: no están en el mismo rol el mercenario Marc Golcalvez, sus compañeros y demás militares, que un Jesús Eladio Arguelles o un Alán Jara – ambos civiles y sin entrenamiento ni rol militar- secuestrado este último, entre otras cosas, por una guerrilla que violó el derecho internacional, al sacarlo de un vehículo diplomático de Naciones Unidas.

Es el mismo periodismo que siguiendo las órdenes de guerra psicológica de sus propietarios, grandes beneficiarios de las políticas privatizadoras y pauperizadoras de las condiciones laborales, paridas por los gobiernos de Uribe y Santos, repite como loro que las Farc están presentes tras el “atentado” a Fernando Londoño, todo eso sin ruborizarse, como cuando los periodistas olvidan contrapreguntar a Uribe, por la zona de despeje paramilitar de Ralito, con la cual hasta Pastrana se escandaliza y no duda en calificarla peor que el despeje del Caguán.

Este es el mismo periodismo que tuvo en Claudia Gurissati, la cabeza visible mediática de entrevistas publireportajeadas en favor de Carlos Castaño – en el aquelarre de La Noche – durante las cuales le lavó su pasado narcotraficante y le convirtieron en la leyenda del Rambo Criollo, que liberaba a Colombia de la amenaza comunista; o se trajeron testigos desenmascarados de la fábrica nacional de acusaciones, ligadas al Uribismo según el periodista Daniell Coronell, para tratar de inculpar a Sigifredo López y sembrar la matriz de opinión, que lo convirtió en cómplice de sus victimarios, sin el más mínimo reato moral de la ética periodística; o la humana que jamás se detuvo a considerar que podían matar de pena moral a la madre del plagiado, aquejada por un cuadro diabético, del que sobrevive porque Dios aún no la necesita.

Pero mientras intentan dialogar, las Farc también le mienten al país, diciendo que no tienen secuestrados, ignorando que en el mundo de las redes sociales, la mentira tiene cada día las patas más cortas, dejando al desnudo la triste realidad de un grueso pueblo que no es representado en sus anhelos por todos los actores armados de la guerra, incluyendo a los que publicitan desde el estado, mancillando con su hedentina de fuerza cipaya y colonial de nuevo cuño, comparada por la propaganda de guerra con los héroes de las gestas de principios del siglo XIX; ejército “nacional” que se desacredita a sí mismo al tratar de defender un fuero militar, que hubiera posibilitado la impunidad al oficial que violó a una niña en el Meta y mató a sus hermanitos, en un intento por no dejar testigos…Entre un mar de casos, sin incluir los “falsos positivos”.

A un amplio sector del pueblo colombiano tampoco lo representan los guerreros que dilapidaron el legado de Jacobo Arenas y Manuel Marulanda, con una estrategia de guerra desfasada de las nuevas realidades, reducida a la predica de la lucha de clases, la misma para la cual nunca tuvieron una estrategia política y militar clara, asesinando por igual a los soldados salidos del mismo seno social explotado de sus soldados, y con una tendencia a no tocar a los representantes de las élites, ni con el pétalo de una rosa.

En este aspecto se puede decir, que las Farc fueron superadas en cuanto a visión política en parte por Pablo Escobar, quien no dudó en tocar a los delfines, cachorros y cancamanes de la aristocracia nacional, obligándolos a pactar una rendición que tampoco supo administrar, desde su finca de veraneo en La Catedral, pagada por el estado durante el gobierno de César Gaviria, convertido hoy en héroe por la serie del canal Caracol, beneficiario junto a RCN del modelo narcoescénico de hacer televisión, cantera inagotable de rentabilidad ante la cual, las implicaciones morales poco importan.

Yo no creo del todo en las cruzadas de Herbin Hoyos, un hombre con una moral e ideología periodística ligada al sentir más rancio del uribismo y de las masacres coloniales de la OTAN en Libia, las cuales festejó en una descarada crónica publicada por el diario digital Primicia y la cual critiqué, en una réplica a ese diario por hacer apología a una carnicería de lesa humanidad, pero por el bien de este sufrido país, las Farc deben responderle a los familiares de los desaparecidos que murieron en cautiverio, deben rectificar y responderle a aquellas personas como los dolientes del político del Huila, que pagó un rescate dos veces, pero nunca les fue devuelto con vida el plagiado, ni mucho menos sus despojos mortales.

A estas denuncias deben responder los medios en poder de Sarmiento Ángulo y de Ardila Lule/Rupert Murdoch, abriendo los espacios mediáticos de diálogo y reclamo; por un momento, ponerse la mano en el pecho y dejar de manipular tanto con las lógicas de canonización y demonización: en otras palabras, volver a hacer el periodismo responsable, aunque no imparcial, que reclama Javier Darío Restrepo.

Esta prensa que asesina a la verdad y por rebote a la paz, debería dejar el triste papel de portavoz de Uribe, dejar de seguir alimentando su leyenda de toro bravo, cuando en realidad él y su camada, son los más representativos ejemplares, de una valentía de perritos falderos, que nunca han entrado en combate, ni jamás de los jamases han prestado el servicio militar, ni ellos ni sus hijos, a esa patria que dicen que es Colombia, pero que en realidad se halla en Bretton Woods, Miami y Wall Street. Por lo menos, deberían tener la decencia de contrapreguntar cuando lo entrevistan.

Como decía Carlos Zapata Carrascal en un interesante artículo donde habla de la paz de mínimos, como una versión más democrática del acuerdo sobre lo fundamental, que data desde los tiempos de Oliverio Cromwell y dio lugar a la actual “monarquía parlamentaria” que nos venden los ingleses y sus demás similares en Europa como “democracia”, la paz en Colombia no se puede reducir a un acuerdo de guerreros sobre el destino de una economía extractivista, acerca de la cual el ELN se pronunció con radicalismo de negación.

La paz de Colombia y allí si coincido con Timochenko, debe delimitar espacios para que todos los actores de la sociedad civil, de veras y democráticamente tengan sus espacios para hacer oír sus derechos conquistados y por conquistar, negados por los micos judiciales que abren generosas puertas a la trampa, como la ley de colaboración con la justicia, que permite a un contratista corrupto como Emilio Tapia, salir en libertad, mientras a Inocencio Meléndez por ser afrodescendiente, no sólo se le niega el beneficio pese a la colaboración, con el agravante de un trato discriminatorio más rudo al momento de definir el lugar de cautiverio.

Sí Herbin Hoyos quisiera hacerle un favor a la paz, debiera deponer el veneno de un odio que sólo conduce a callejones sin salida; debiera dejar la exclusión y buscar el resarcimiento para todas las víctimas, tanto las del gobierno y las fuerzas paramilitares, para las cuales parece no tener caridad humana en su escala de valores. En la mesa de diálogo además de los militares y el mismo Uribe que tanto denigra de ella, como la zorra de las uvas que no pudo alcanzar, debemos estar representados los afrodescendientes y los indígenas, debe salir un acuerdo nacional, donde además del modelo extractivista, otros mundos económicas también tengan la igualdad de oportunidades y las vías de acceso, como las que se construyen para los inversionistas extranjeros, en esta república que hoy se llama todavía de Colombia.

En esa mesa de diálogo deben estar representadas fuerzas de la sociedad civil, incluyendo a las madres de los falsos positivos y a las de Asfades, que vinculan a Uribe y a uno de los tantos narcomilitares ligados al paramilitarismo, como Mauricio Santoyo, otro caso donde los periodistas y el “periodismo” surgidos bajo la “seguridad democrática”, olvidan preguntar al mesías y sobre todo, evitan el recuento de casos donde metió su mano al fuego e intentó desacreditar testigos, verbigracia el caso Tasmania versus Iván Velázquez, el investigador de la Corte Suprema de Justicia.

Es imposible la paz, si se la confunde con la pax de las fuerzas de ocupación que obligaban la mesa de diálogos como mesa de rendición, mientras los voceros del uribismo insistan en propuestas tan descabelladas como al cese unilateral del fuego, que implica el que la otra contraparte deba entregarse o dejarse matar, reprimiendo el derecho biológico instintivo de la supervivencia. No puede haber paz con un periodismo uncido a un gobierno que no está dispuesto a cambiar, ni una guerrilla dispuesta a reconocer sus errores, igualando en lo cara dura al gobierno santos.

No puede haber paz, con leyes miqueadas que garanticen la impunidad de los más ricos y condenen a la indefensión a los que no tienen dinero, o no pertenecen a la roscocracia de los familiares de la aristocracia criolla. No puede haber paz con mentiras, sin verdad y con fuerzas extranjeras en el suelo nacional, que tienen más derechos que los mismos nativos de la república de Colombia, porque los jueces y su manía de no morirse sin un diploma de una universidad gringa, con tal de no tener problemas de visado con la embajada imperial, se hacen los de la vista gorda y adoptan fallos poniendo por encima de la constitución de 1991, un acuerdo internacional espurio anterior a ella en y contra la declaración universal de los derechos humanos. La paz no es un pacto de mínimos sino de todos, de máximos, o de no, la historia nos hará repetir con sangre la asignatura que tratamos de aprobar con trampas.

Nicolás Ramón Contreras Hernández
CC.92.226.628 de Tolú Sucre. Ciudadano afroabiayalense de la Región Caribe en la República de Colombia. RED INDEPENDENTISTA DEL CARIBE. Observatorio Independiente de Medios.
PD. Si estos correos le ofenden, recuerde que sólo basta con responder con la palabra REMOVER y ya no le haremos llegar estos correos.

Referencias:
Referencias:
Noticias 1 – Emisión de septiembre 2 de 2012.
http://noticiasunolaredindependiente.com/2012/09/02/emisiones/emision-septiembre-02-de-2012/Giovanni Piccoli. Colombia il paese dell’eccesso”
http://openlibrary.org/works/OL15276746W/Colombia_il_paese_dell’eccesso
El caso Macaco, Tasmania y otros intentos de manipulación desde el gobierno Uribe.
http://prensarural.org/spip/spip.php?article7533
http://www.elespectador.com/noticias/investigacion/articulo-324759-confesiones-de-el-tuso
Operación Amazonas – La Silla Vacía
http://www.lasillavacia.com/tag/operacion-amazona
La ley de víctimas y la disponibilidad fiscal
http://www.desdeabajo.info/ediciones/item/8603-iv%C3%A1n-cepeda-ante-la-ley-de-v%C3%ADctimas-por-salvar-lo-fiscal-se-desconocen-derechos.html
El Modelo Carimagua- debate senador Robledo.
http://www.moir.org.co/EL-MODELO-CARIMAGUA-O-DE-LA-GRAN,4879.html
Javier Dario Restrepo sobre el periodismo inexperto
http://www.semana.com/nacion/informacion-sobre-paz-no-puede-manejar-como-extra/183685-3.aspx
Daniel Coronell denuncia en Semana la Fábrica Nacional de Testigos
http://www.semana.com/opinion/fabrica-nacional-testigos/179897-3.aspx
El fuero militar y los delitos comunes
http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-323458-administracion-del-orden