Rusia y Estados Unidos acuerdan mejorar sus relaciones militares
Por: Ilia Krámnik,
RIA Novosti
Los dos documentos firmados durante la reciente visita del ministro ruso de Defensa, Anatoli Serdiukov, a Estados Unidos pueden cambiar substancialmente las relaciones militares ruso-estadounidenses.
Se trata del Memorando sobre cooperación entre el Ministerio de Defensa de Rusia y el Departamento de Defensa de EEUU, y la Declaración conjunta sobre la creación del grupo de trabajo Rusia-EEUU para asuntos en materia de defensa.
Desde hace muchos años, los militares rusos y estadounidenses han mantenido estrechas relaciones. Incluso en la época de la Guerra Fría ambas partes intercambiaron información, y crearon grupos de trabajo para cumplir varias misiones, desde maniobras de seguridad para buques y aviones militares, hasta la preparación de borradores para nuevos tratados de desarme nuclear y la discusión de las perspectivas de la exploración espacial.
Gracias a este continuo intercambio de información, entre otras cosas, las dos potencias, que disponen de arsenales nucleares capaces de destruir varias veces a la humanidad, pudieron durante todos esos años mantener la paz.
Una vez concluida Guerra Fría, se supuso que las dos superpotencias militares aprovecharían aquella oportunidad para establecer una cooperación eficaz. Y sin embargo, aquello no ocurrió debido al colapso de la URSS y la subsiguiente política de EEUU cuyo objetivo fue garantizar de modo unilateral su seguridad y adquirir la superioridad militar sobre las otras naciones.
La expansión de la OTAN hacia el Este, los planes de Washington de construir un sistema global de defensa antimisiles y la tendencia que predominó los últimos 20 años en Washington de conseguir sus objetivos geopolíticos mediante la fuerza agotó las posibilidades de una posible cooperación entre Rusia y EEUU a corto plazo.
Las relaciones ruso-estadounidenses paulatinamente se deterioraron considerablemente, y a finales del segundo mandato del presidente George W. Bush, incluso a nivel oficial se escucharon alusiones sobre el inicio de una nueva Guerra Fría entre Moscú y Washington.
La segunda mitad de la década de los 2000 fue el período de la mayor tensión en las relaciones entre Rusia y EEUU. Entonces, surgieron serias contradicciones entre las partes en materia de la defensa antiaérea, EEUU proporcionó un fuerte apoyo a los gobiernos antirrusos, incluso con evidentes manifestaciones de rusofobia, más que todo en las ex repúblicas soviéticas, y además, se libró la Guerra de los Cinco Días entre Rusia y Georgia, tras la ofensiva georgiana contra la población civil de Osetia del Sur.
Esta tendencia cambió con la llegada al poder de la administración de Barack Obama que anunció la política de «reinicio».
El «reinicio» de las relaciones ruso-estadounidenses pasó a ser un asunto de importancia primordial cuando la economía global entró en la recesión, lo que coincidió con la crisis del sistema de relaciones políticas y económicas internacionales.
Entonces, EEUU y Rusia se vieron ante la posibilidad de la nueva ronda de Guerra Fría en un momento cuando ambos países se enfrentaron con muchas amenazas potenciales provenientes de otros territorios.
Las dos potencias reconocieron que tenían que superar la crisis de interacción.
Las costumbres, prejuicios y estereotipos de los militares y políticos tanto rusos como estadounidenses, caracterizadas por la desconfianza mutua y desarrollada durante los años de la Guerra Fría, complicaron notablemente la búsqueda de compromisos y soluciones mutuamente aceptables.
La polémica en torno del recién firmado tratado START es uno de los mejores ejemplos de la citada situación. Este documento que, en esencia, es muy importante y beneficioso para ambas partes, ha sido objeto de críticas tanto en Rusia como en EEUU. Los círculos más radicales rusos y estadounidenses utilizan términos casi iguales acusando a sus respectivos gobiernos en traicionar a los intereses nacionales y ceder las posiciones a su enemigo. Aunque tales acusaciones son más que todo declarativas.
Casi simultáneamente, los gobiernos de ambos países hicieron un inventario de sus enemigos y descubrieron que caca uno de ellos no estaban incluidos en la lista de la otra parte. Resultó que la mayor amenaza militar para Rusia y EEUU era la expansión de procesos de desestabilización en las zonas de importancia vital para estos países.
Los conflictos locales, atentados terroristas, sublevaciones, manifestaciones de protesta, hambre, narcotráfico, piratería y otras nuevas realidades que no tienen nada que ver con la confrontación global entre las dos potencias militares y sus aliados les hicieron a ambos estados revisar la estructura de sus Ejércitos y programas de desarrollo de nuevo armamento.
Este proceso pasó a ser más difícil para Rusia, porque su reforma militar coincidió con una crisis psicológica en la sociedad y en el Ejército, con graves problemas económicos y suscitó numerosas críticas, muchas de ellas injustificadas.
Por otra parte, EEUU que tuvo que cancelar varios programas militares y hoy en día se ve ante la necesidad de una importante reducción del efectivo orgánico de sus Fuerzas Armadas por motivos económicos.
Tales condiciones incentivan la cooperación entre Moscú y Washington en el ámbito de defensa. Las partes deben buscar fórmulas de compromiso y soluciones mutuamente aceptables.
El mejor método es un continuo intercambio de información y desarrollo de un contexto común en materia de la defensa que permitirá a los militares conseguir la comprensión mutua.
En realidad, es posible encontrar fórmulas de compromiso incluso en materia del escudo antimisiles en caso de que ambos países lleguen a un acuerdo y hagan realidad los proyectos discutidos desde hace mucho que prevén la creación del sistema único de defensa antiaérea de control común.