A setenta años del inicio de la Segunda Guerra Mundial

Ya es muy poca la gente que mantiene recuerdos sobre la Segunda Guerra Mundial.

En los países que participaron cada vez hay menos ex combatientes o incluso niños que vivieron sus duras experiencias. En los países como Argentina -que no participó- van quedando pocos de quienes seguían el conflicto a través de los diarios, la radio y los noticieros de cine.


La gran mayoría de la población conoce lo que sabe a través de los medios de comunicación.

En un país como Argentina, la imagen predominante del conflicto es la generada por los medios occidentales, los que inevitablemente, durante la segunda mitad del siglo XX, la generaron signada por la llamada Guerra Fría.

Ella impedía una visión objetiva sobre el rol de Rusia, porque ella terminaba favoreciendo a la URSS, que pugnaba con EEUU y sus aliados por la hegemonía mundial.

En Occidente, la caída del muro no trajo en general como consecuencia una revisión de esta cuestión.

Desde esta perspectiva, se puede poner el énfasis en el acuerdo Stalin-Hitler para la partición de Polonia, y esta es una visión que ha predominado durante la Guerra Fría, pero también se puede asumir que Rusia fue el país que más muertos tuvo en la guerra más sangrienta de la historia.

En mi opinión, la derrota de las potencias del Eje fue la consecuencia de la combinación del tesón británico, con la capacidad industrial de los EEUU y la sangre rusa.

Posiblemente, sin la participación de alguno de los tres, el resultado de la Guerra hubiera sido diferente.

El tesón británico fue decisivo para impedir que Hitler consolidara su dominio sobre Europa y negociara desde una posición de fuerza tanto con Washington como con Moscú.

La capacidad industrial y tecnológica de los EEUU resultó fundamental, porque aportó los recursos materiales con los cuales, tanto Gran Bretaña como Rusia, pudieron enfrentar con éxito la maquinaria militar alemana y la de sus aliados.

Pero la sangre que aportó Rusia fue fundamental. Sin su resistencia, un éxito alemán en el frente del Este seguramente hubiera cambiado la historia. El testimonio al respecto del mismo Winston Churchill es elocuente.

Las bajas rusas fueron aproximadamente 25 veces más que las británicas, aunque la población era entonces 3 veces mayor. Tomado todo el Imperio británico, las bajas rusas fueron 10 veces más.

A su vez, aproximadamente fueron 12 veces más que las americanas, aunque la población de los EEUU era cerca de 2 más.

Además, ni EEUU ni el Reino Unido sufrieron la ocupación como la sufrió Rusia, y esta fue cruel y despiadada.

En términos humanos, Rusia aportó una cuota de sufrimiento sensiblemente mayor que la de sus aliados para derrotar al nazismo.

A casi dos décadas de la disolución de la URSS y a setenta años de la Segunda Guerra Mundial, cabe reflexionar -sin las distorsiones de la Guerra Fría- que la cuota de sangre y sufrimiento que aportó Rusia fue decisiva para la definición de la contienda.

Rosendo Fraga

Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría