FIN DE DOS SIGLOS DE DOMINACION
Rafael Flores
Todos los esfuerzos, para evitar una guerra entre Colombia y Venezuela, son necesarios. El interesado en esa guerra es el gobierno de Estados Unidos, que intenta provocarla, y con urgencia, para restablecer su dominio sobre Venezuela, ávido por su petróleo, en el preámbulo de una guerra con Irán, de consecuencias sin precedentes en la Historia de la humanidad. De paso, acabaría así con el proceso bolivariano y moriría con éste la última oportunidad, para la unión de América Latina y del Caribe. Fracasados sus intentos, para derrocar a Chávez, la solución de USA es iniciar la guerra, con la complicidad del gobierno colombiano y las oligarquías de Colombia y Venezuela, y si a pesar de este trabuco, aún no lo ha logrado, ha sido por el empeño de Chávez en preservar los lazos de hermandad entre las dos naciones; sin embargo, sería ingenuo presumir, que el gobierno norteamericano, urgido del petróleo como está, frente a la inevitable interrupción de los suministros del Golfo Pérsico, no insistirá en su propósito.
Desde Bogotá, la personificación de Santander actúa para obstaculizar el camino hacia la unión. Cegado por la ambición y la inmoralidad que lo caracteriza, el bizarro Santander contemporáneo intenta satisfacer, pero sólo hasta cierto grado, las exigencias de sus mandatarios y aprovecha su condición de mayordomo imperial, para demandar de Chávez concesiones a los intereses de la oligárquica servidumbre que le apoya. Y Chávez, comprometido con la unión, la paz entre hermanos y conocedor de las maniobras del enemigo del norte, cede a las presiones del neogranadino, aun y cuando, ocasionalmente explota iracundo, desbordado por las torcidas acciones del oblicuo personaje. Como error recurrente, Chávez intenta atraer a algunos sectores de la oligarquía; en respuesta, ésta se congrega en Cumaná, para planificar sus acciones y aplaudir al santanderino. Por otra parte, y a pesar de su intachable rectitud, Chávez no logra desprenderse de una burocracia descompuesta, que no se ocupa de las prioridades, sino de enriquecerse aceleradamente, antes de la hora señalada.
Como máximo líder del proceso que habrá de poner fin a la dominación imperial, Chávez, y nosotros con él, con la fortaleza infinita de nuestra fe, debemos estudiar y analizar las estrategias de la gesta inconclusa en el Siglo XIX, para corregir errores de los libertadores. Nuestra hora es ésta, aunque no la vean los corruptos, los cobardes, los traidores. Dios, Patria, Socialismo o Muerte… VENCEREMOS.