INSULTANDO AL REY
por Ramón Cotarelo
El alcalde de Puerto Real le dijo al Borbón de todo menos bonito
(Publicado en Palinuro)
El señor alcalde de Puerto Real (vaya por Dios, qué casualidad) ha puesto al Rey de chupa de dómine y, aunque parece haber renunciado al placer de colgarlo con las tripas de un obispo, también ha dejado guapo a su padre; al padre del Rey, digo.
Como republicano que aspira a ver el restablecimiento de la República en mi país merced a un referéndum específico sobre la forma de Estado y gobierno que se nos hurtó desde 1975, no seré yo quien se incomode porque se critique al Rey. Al Rey o al sursum corda. Pero, que yo sepa, para criticar no es imprescindible insultar. Y este alcalde, José Antonio Barroso ha llamado «crápula» a Juan Carlos de Borbón y otras lindezas, lo que me parece mal. Sin embargo, tampoco me parece bien que esos insultos sean perseguibles de oficio porque la persona del Rey y la Corona tengan un tratamiento especial en el Código Penal, dimanante de la disposición constitucional 56, 3, «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad» y que crea una situación absurda: la de que alguien que no es responsable de nada ejerza la más alta magistratura de un Estado de derecho. Porque, además del absurdo de esta evidente contradicción, un principio elemental de dignidad recíproca manda que quien no es responsable no puede exigir la responsabilidad a los demás. Y menos por persona interpuesta.
Pero es que, además, la Constitución dice que la persona del Rey «es inviolable» y, si esto quiere decir algo, sólo pueden ser dos cosas: a) la persona del Rey es inviolable porque el que la viola se la carga, en cuyo caso esa misma persona no puede estar exenta de responsabilidad; o b) la persona del Rey está por encima de toda violación imaginable, en cuyo caso insultarlo no debiera estar perseguido.
Si el Rey quiere responder al alcalde de Puerto Real que se querelle contra él por injurias, como todo hijo de vecino y, para ello, que renuncie a su prerrogativa de irresponsabilidad. Claro que, ya puestos, podía renunciar a su prerogativa real en conjunto y dar paso al referéndum supracitado.
Por último, una sugerencia para el señor Alcalde, don José Antonio Barroso: promueva un cambio de nombre del pueblo de Puerto Real a Puerto de la República. El camino, alcalde, se hace al andar; no al insultar.